El eterno
dilema de los niños pequeños, qué hacer cuando han visto a alguien hacer algo
mal y el profesor reclama un culpable. Siempre es una situación difícil y
además los niños suelen seguir un código: “Pegar al chivota”, por el cual se
rigen, así que los niños obedientes, en cierto sentido, se ven perjudicados y
no saben qué hacer.
Pero no son
los únicos, los profesores también tienen un problema. Cuando algo se ha hecho
mal y merece castigo ellos tienen la obligación de buscar al culpable y asignarle
un castigo. Ahora bien, el problema empieza cuando no tienen culpable. En estos
casos el profesor siempre recurre al mismo método discriminatorio, castigos
colectivos. De esta manera consigue dos cosas: la primera es meterle una
presión social tremenda al niño culpable. Y en caso de que la primera no
funcione, siempre está la segunda, que consiste en cabrear al populacho. Este
se siente tan fuertemente castigado siendo en su mayoría inocentes, que es
capaz de saltarse su propio código de honor y acusar al culpable con tal de ser
libre.
Y la duda es:
¿Es lícito acusar a un amigo (o a alguien) como culpable de un delito menor con
tal de no salir levemente perjudicado?
“El primer
castigo del culpable es que su conciencia lo juzga y no lo absuelve nunca” Juvenal.
Nico H.
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